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Creemos que el aumento del IVA del 18% al 21%, resultará sin duda gravemente perjudicial, por cuanto contraerá la demanda de bienes y productos de consumo, y se reducirán nuestros servicios, esto es, el transporte de mercancías.
Además, el incremento del IVA podría tener como efecto aumentar el beneficio que los trabajadores incluidos en el régimen de módulos que obtienen del Estado a través del régimen simplificado del IVA. Todo ello, porque aún cuando las cuantías de los módulos en el IVA se incrementen en la misma medida que el tipo del IVA, como en la actualidad esas cuantías son muy inferiores a lo que facturan por IVA, la diferencia se incrementaría en la misma proporción.
Como esa diferencia, de hecho, opera como una subvención a la actividad de ese tipo de empresarios, se podría afirmar que la medida tiene el efecto de incrementar la subvención a la actividad de los transportistas autónomos alrededor de un 17%. Parcisa ya se ha pronunciado en contra del mantenimiento de este tipo de subvenciones y por ende, del mantenimiento de nichos de fiscalidad que lo único que hacen es distorsionar el mercado, situación ésta que no sucede en ningún otro país europeo y que lo único que originan es un aumento de la economía sumergida en cantidades muy importantes.
Respecto al principio de "quien contamina paga", Parcisa no se muestra en contra ya que, nuestro sector del transporte de mercancías por carretera aporta a las arcas del Estado 10.000 millones de euros al año en concepto de recaudación del impuesto especial de hidrocarburos.
Esta descomunal cantidad es suficiente para cubrir el mantenimiento de las carreteras, las nuevas inversiones en las infraestructuras viales y los costes externos derivados de la contaminación y el ruido, dejando una cuantiosa cantidad de miles de millones que, unidos a los 3.500 millones de euros recaudados por el “céntimo sanitario”, han permitido a las Comunidades Autónomas financiar parte de su gasto sanitario y al Estado malgastar este dinero en obras de toda índole y condición que al fin y a la postre se demuestran inútiles para el desarrollo y el futuro de nuestro país. Los transportistas se sienten un poco como ese plebeyo medieval al que el señor feudal dueño de las tierras envía semanalmente a su recaudador para quitarle la cosecha de trigo con la que se hace el pan.
De seguir así las cosas, y con las políticas llevadas desde hace años sin querer reconocer a nuestro sector como estratégico para el desarrollo de nuestra economía, lo único que conseguirán es que nuestras empresas de transporte cierren y que los complejos industriales y productivos se desplacen hacia otros centros con capacidad para absorberlos y transportar los bienes y productos.
Desde Parcisa, recomendamos al Gobierno que ponga en marcha unas políticas de ahorro encaminadas a reducir nuestro déficit. Si se aumenta la recaudación y el gasto se mantiene, nada cambia a corto plazo, pero a largo plazo se demuestra que la economía se contrae y la producción y los consumos descienden a niveles peligrosos para el mantenimiento y el equilibrio de nuestra sociedad.